domingo, febrero 13, 2011

La importancia de llamarse Neri

La importancia de llamarse Neri





Que los escritores se acorten, se alarguen o se cambien el nombre ha sido un hecho común en la literatura. Neftalí Reyes no es conocido como uno de los poetas más importantes en lengua española, pero su obra firmada bajo el nombre de Pablo Neruda es ampliamente reconocida. Fernando Pessoa creó la existencia de Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Bernardo Soárez para dar orden y personalidad a su obra.



El nombre logra, en algunos escritores, reflejar una personalidad que se convierte en extensión del poema. Sin embargo el estudio de la literatura exige su propia naturaleza; en su estudio no pueden dejarse de lado su contexto social, geográfico e histórico. Esta parte también generan el diálogo que sostienen los poemas con sus lectores. Los poemas logran convertirse en una unidad indivisible que genera diálogo, pero para entender qué elementos del poema hacen posibles el lenguaje y por tanto comunicación es necesario diseccionarlos.



Con esta idea quiero decir que hay elementos más importantes en el poema que valorar que la idea romántica del nombre. A pesar de esta información me atreveré a contar lo siguiente.



Mi nombre es José Antonio Neri Tello, o por lo menos eso dice en mis documentos oficiales. Fue escogido por mis padres para sanar las heridas que dejó un hijo muerto. Cuando escucho Antonio se que soy yo, pero he sentido la extrañeza de llevar un nombre que no me pertenece, aun así cuando escucho Antonio escucho los lazos familiares, las muestra de cariño, soy familia.



Mis hermanos llegaron muy pequeños a Zapopan provinientes de Tlaquepaque, entonces Santa Margarita era grandes extensiones de sembradío y los colonos, entre carencias, sorteaban la vida de una y mil formas para subsistir. Mis hermanos comenzaban a destacar en la escuela; la familia numerosa y con mayores carencias solían sacar diez en sus materias, recibir diplomas y felicitaciones académicas. Por eso la escuela significó la presión familiar de lo que debería ser, y los maestros terminaron por bautizarme como Neri Tello. Este nombre no me abandonó en ninguna etapa; ni en la primaria, ni en la secundaria, ni en el bachillerato, ni en ninguna otra etapa de mi vida. Neri Tello era mi familia, Neri Tello era yo.





No faltaron las burlas a quién, por desconocer u olvidar mi nombre llamaron a casa preguntando por Neri Tello y del otro lado del auricular alguien de la familia preguntara ¿Cuál de todos? Por estas razones decidí cortarme el nombre, porque Neri Tello somos diez, y somos hermanos.





Esto lo digo porque, a pesar de las razones válidas o no que haya tenido Alberto González Moreno para cambiarse al nombre a Alberto Neri, es injusto y molesto las constantes comparaciones hacia mi persona. Esto ha generado confusiones y estar aquí me permite desmarcarme del trabajo de Alberto. A él lo conocí en la época de la Preparatoria, ambos asistíamos al Anti-Taller César Vallejo que coordinaba Raúl Bañuelos, nos volvimos a topar en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, cuando él estudiaba la licenciatura en Filosofía y yo la Licenciatura en Letras Hispánicas. A nosotros nos ha unido la amistad, los amigos, las épocas, los espacios pero somos dos personas distintas, con trabajos diferentes y con concepciones muy diferentes sobre el cómo participar y entender la poesía. Con el respeto que se merece Alberto pido que no se me compare, ni mucho menos se me confunda con su persona. Gracias.



neri tello