viernes, mayo 20, 2022

Hacia una identidad cultural de la poesía en Jalisco.

 

La búsqueda de una identidad poética de lo “mexicano” en constante movimiento

 

Recuerdo los concursos de declamación, las historias que me contaban, las canciones que escuchaba en casa, y  siempre encontraba algo que me asombrara. Reconozco que en esas épocas todo es nuevo, y todo sorprende. Cuando escuché por vez primera: 

 

Si tu mueres primero, yo te prometo
Escribiré la historia de nuestro amor 
Con toda el alma llena de sentimiento 
La escribiré con sangre
Con tinta sangre del corazón

 

En la canción Nuestro Juramento de Julio Jaramillo, imaginaba que una pluma atravesaría el corazón del narrador, y escribiría con ella una historia trágica sobre la suerte de su amada. Las grandes tragedias existían porque alguien tenía la capacidad de escribirlas y así llegar a nosotros.

 

Esa era la virtud de la palabra; perpetuar en el instante una historia condenada a repetirse una y otra vez, cada vez que es leída o escuchada, cada vez que es capaz de penetrar el alma y la sique de quien de cualquier receptor. El poderío de las palabras me hacía pensar, que cualquier cosa era capaz de lograrse si se pronunciaban las adecuadas. Y descubrí de niño, mediante los poemas y relatos, que las palabras transformaban y transmutaban. Así que me propuse a leer y escuchar historias, poemas y canciones, hacer un inventario y con ello ellos crear los propios.  Lo que de niño me asombraba, de joven, de adolescente buscaba crearlo. Se llenaban libretas, servilletas, papeles, hojas en blanco con una infinidad de poemas, de dibujos, de garabatos.

 

Los poemas cumplían con una función catártica, y comunicativa. Estaban hechos para el dialogo interno, a veces inconsciente, otra veces, los dirigía hacia personas cercanas, lejanas, que formaban parte de mi cotidianeidad, a lo que aspiraba, era caer en la experiencia personal. Siempre fugaz.   

 

Sin embargo, en la poesía, es necesario retomar los conceptos que Harold Bloom utiliza en el Canon occidental: La universalidad de la obra, y la extrañeza que produce. Una obra que trasciende la prueba del tiempo, se inserta en el dialogo universal, en la que las obras se instauran en un diálogo atemporal, se comunica con otras épocas, con otras culturas, y por ende con otras obras.

 

Un joven que busca hablar de su dolor no llegará a intuir que existe el dolor, que por lo tanto los afectos no le pertenecen. Sino que existe el mundo de lo “Universal” y en Él  lo “literario” se convierte en un diálogo en constante movimiento.

 

“Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.” Con estas líneas Vallejo ya nos advierte del “dolor” como una afectación universal, no importa ni las creencias, ni la condición del artista, mucho menos los nombres.

 

El diálogo literario, el diálogo poético entonces es un diálogo universal en el que se perpetúa el instante. Octavio Paz, en el arco y la lira afirma que “El poema traza una raya que separa al instante privilegiado de la corriente temporal: en ese aquí y en ese ahora principia algo” por lo que a la poesía le corresponde la perpetuación de los instantes.

¿Qué es lo que conocemos como poesía?, ¿De qué se habla cuando se habla de poesía?. Quién asume lo poético como forma de vocación, y desde el oficio, entonces necesitará, más que las respuestas, la búsqueda a un sinfín de interrogantes, que tendrá como propósito la definición de lo que pueda conocerse como poesía, y en su afán encontrará también el primer obstáculo: La naturaleza de lo poético no puede definirse, los elementes que hacen posible lo poético no puede definirse, la poesía misma no puede definirse, pueden ponerse puntos de referencia, el lenguaje, el ritmo, los emotivo, lo metafórico, las figuras retóricas, la función comunicativa, sin embargo, en la construcción de lo poético y su definición, lo importante son las búsquedas, las aproximaciones y los puertos a los que se puede llegar, mismos que exigen en el movimiento.  

 

El principio de identidad

 

Cuando en matemática se habla de identidad, suele referirse a las fórmulas matemáticas A = A, B=B y A ≠ B. En términos matemáticos, una “cosa” no puede ser igual a otra “cosa”. Pareciera una abstracción fácil de comprender. El problema surge cuando comenzamos hacer una serie de descripciones físicas de los objetos para poder definirlos. Una manzana por ejemplo, tendrá un volumen, un aroma, un sabor, una consistencia y hasta forma de crujir si es llevada a la boca. La describimos porque  sus primeras cualidades son capaces de ser captadas por los sentidos, y de la misma manera las separamos de las demás frutas u objetos que también somos capaces de concebir desde los sentidos.

¿Qué pasa entonces cuando además de categorizar objetos, también categorizamos ideas?

Harold Bloom, en Canon Occidental, sugiere que lo literario forma el canon, como parte de una sociedad occidental, y esta serie de libros y de escritores han dado una “identidad” que se ha construido a través de las épocas y de los siglos. Ubica las cumbres de la literatura occidental, las estudia y les da su importancia. En la cima sitúa a Whilliam Shakespeare, pero también sitúa en la referencias a Dante Alighieri y a Miguel de Cervantes Saavedra. Su análisis literario es a través del estudio sincrónico, divide lo cronológico en tres fases: Edad Teocrática, Aristocrática y Democrática. Y las obras analizadas, no se insertan en solo en una lengua, están presentes el italiano, el francés, el español y por supuesto el inglés.  Para Bloom, esto constituye parte de la Identidad literaria occidental.

Pero ¿De qué hablamos, cuando hablamos de identidad, y cómo esta está inserta en la poesía de una región o  país?

Tratemos primero de definir lo que es Identidad, Gilberto Giménez (2007) propone que: “La identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un “nosotros” y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos”. Para el antropólogo, la identidad y la cultura están estrechamente ligadas.

Por su parte Juan José Rondón en “Notas sobre identidad, lengua y cultura” (1992): nos dice que “La cultura es un sistema de símbolos que permiten a cada individuo establecer y reconocer su identidad con todo el grupo que participa de ella” 

En ambos autores, la condición de lo cultura y la identidad están estrechamente ligadas, son parte de un mismo universo. La identidad está en aglomerado más amplio que en el que puede revisarse lo cultural. Para poderlo entender será también necesario analizar sus transformaciones históricas.

Maya Lorena Perez Ruíz, en La Identidad como objeto de estudio (1992) propone que “para comprender las transformaciones de la cultura y la identidad de un grupo, debemos introducirnos necesariamente en el análisis de su historia, no para efectuar una  suma o una resta de sus elementos culturales, sino para explicar las condiciones y resultados de esos procesos en los que el grupo ha tenido que ir adecuando sus marcas de identificación, adaptando o integrando nuevos elementos culturales, ampliando o disminuyendo los límites de decarmacion del grupo, y transformando su conciencia social para integrar permanentemente su ser social distintivo que lo diferencia de los otros, y le permite proyectarse hacia el futuro como condición necesaria”

Con estos tres puntos de referencia podemos establecer qué la búsqueda de un canon que establezca una identidad de la poesía mexicana nos llevaría a replantearnos ¿Cuáles son los referentes culturales que nos definen como sociedad? ¿Cuáles han cambiado con el paso del tiempo? Y ¿Cuáles son los que han permanecido a pesar de las transformaciones históricas?

            Geográficamente podemos situar a México, pero la categorización de las cualidades nos exige también replantearnos “lo mexicano también fuera de México”. ¿Un poeta nacido en México, y cuya obra se ha desarrollado fuera del país, sería considerado en una antología de poesía mexicana?¿O un poeta que nació y creció en otro país, que ha desarrollado una producción literaria y con elementos de identidad mexicana, podría ser considerado para la misma antología?

             Harold Bloom, toma como punto de referencia el desarrollo histórico de occidente para establecer el canon, así como también las lenguas que se desarrollaron en este espacio geográfico y en desarrollo histórico.

            Si se busca el canon mexicano, deberíamos además, establecer ¿Cuál es el punto de referencia histórica para definir a México? Si hacemos referencia a la conquista, lo mexicano tiene como punto de partida el choque y al mismo tiempo, la unión de dos culturas: La española conquistadora y la indígena colonizada, sin embargo, revisando también el desarrollo histórico, hubo pueblos en los que el español no pudo colonizar como es el caso de mixes en Oaxaca, o los wirrárikas situados en la sierra Madre Occidental. O que a pesar de la conquista, una gran cantidad de pueblos indígenas lograron conservar y preservar sus usos y costumbres. Y dentro de la conformación de lo “mexicano” también debemos de considerar la existencia de los diferentes grupos étnicos y sociales que configuran lo mexicano.   

 

 

Naturaleza de las antologías mexicanas 

 

Cuando se habla de poesía mexicana, ¿Desde qué perspectiva se habla de lo mexicano? Y más aún, si esta es una constante construcción inacabada y difícil de así. Tratar de definirla es casi imposible, la implementación de criterios de selección para una antología resulta una tarea imposible si consideramos que la literatura también es parte de un proceso histórico, que además se compone de diferentes realidades.

Cada lengua es una realidad, Harold Bloom propone en el Canon Occidental una identidad literaria revisada desde lo histórico, y separa los escritores contemporáneos imprescindibles en tres grupos que corresponden a tres periodos históricos de la historia Universal. La edad Aristocrática, en donde pone al centro a William Shakespeare, junto con Cervantes. La Edad Democrática en la que pone a Emily Dickenson, a Wordsworth  o Whitman entre otros, y la Edad Caótica en la que figura Freud, Neruda, Borges, Pessoa , Wolf.

En la revisión de autores propuestos en este libro, Harold Bloom, nos acerca a la conformación de un canon entendido como una serie de lecturas que de alguna manera nos dan identidad como cultura occidental.

¿Pero qué pasa en México, ya como una región muy delimitada en tiempo y espacio?

México declara su independencia en 1810, con el levantamiento en armas el 16 de septiembre a cargo de Miguel Hidalgo y Costilla. Su lucha se prolonga hasta el 21 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejercito Trigarante a la Ciudad de México. Es a partir de entonces que se concibe el país, y que comenzará en los siglos posteriores en la configuración de una identidad nacional.

En México existe el debate sobre cual deberían ser las raíces propias que nos configuran como pueblo.  Para algunos es necesario partir de la época Precolombina,  y de allí escritores como Nezahualcóyotl, o el libro del Popol Vu son parte de la poesía mexicana,  y autores  Sor Juana Inés de la Cruz forma parte de la literatura Novo hispánica,  deberían considerarse. Sin embargo se cuestiona  el origen de lo “mexicano” y se propone su configuración a partir de la mezcla de las culturas indígenas originarias y la española conquistadora. Por lo que escritores Precolombinos y Novo hispánicos quedan como referentes de las raíces, pero lo “mexicano”, ya como una identidad consolidada, está en lo mestizo. 

Y si revisamos lo histórico, tendríamos que tomar en cuenta que el México moderno, ha pasado por las luchas de Independencia, Guerras de Reforma, las guerras de intervención, la República Restaurada, el Porfiriato, La Revolución Mexicana, El México Institucional, y la época contemporánea. Y en cada etapa de su historia la configuración de lo mexicano ha estado de la mano de la necesidad de definir lo mexicano  con ideologías y características diferentes, por lo que la definición de lo “mexicano “resulta imposible de definir.

Cada antología de poesía mexicana tratan de definir esta identidad, y paralelamente aparece una discusión entono a los escritores que presenta. Antología de la Poesía  Mexicana Moderna de Jorge Cuesta y publicada en 1928, estuvo cuestionada por Manuel Maples Arce quien en 1940 publica su visión de la poesía moderna, retomando el mismo nombre de la antología de cuesta.

Octavio Paz en Poesía en Movimiento, propone una revisión histórica de la poesía,  en la que ubica a los poetas jóvenes como un origen y al pasado histórico como un destino. Esta Antología también estuvo envuelta en el cuestionamiento. Gabriel Zaid propone como respuesta a la antología de Paz, Ómnibus de la poesía mexicana y Asamblea de poetas Jóvenes. Juan Domingo Argüelles también propone una nueva revisión de la poesía mexicana partiendo desde lo histórico en dos libros: Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días y Antología general de la poesía mexicana. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días.

Los esfuerzos por definir están allí, sin embargo la poesía mexicana es imposible de asir, los referentes históricos están en constante movimiento, la obra de autores que en su momento fueron ignorados, o poco valorados vuelven a salir a la luz y son nuevamente revaloradas, encontrando escritores que no figuraban en la escena nacional, o que eran relegados. Los nombres de Ramón Martínez Ocaranza, Juan Martínez,  Max Rojas, Carlos Gutiérrez Cruz o Enrique González Rojo vuelven a ser retomado por los escritores jóvenes, y los referentes históricos se desplazan para dar lugar a una nueva revaloración de poéticas y también forman parte de una concepción poética.

Lo “mexicano” es imposible de definir, su construcción histórica también está en formación, los más de 200 que llevamos como país independiente no nos bastan para definirnos, la poesía escrita en estos años, y en las épocas anteriores, nos habla también que hay mucho por descubrir desde los referentes históricos.  Las antologías solo son un acercamiento a esa identidad viva y dinámica. Para mostrar este panorama que conforma una identidad dinámica dentro de la poesía mexicana.

Hacia una identidad de la poesía en Jalisco II

 

Los referentes y contextos dinámicos en la poesía regionales

 

Si hablamos de identidad regional, es necesario partir de las definición de cultura y cómo esta se convierte en un elemento indispensable para el concepto de “identidad”, y cómo estos conceptos “cultura e identidad”, después de la aparición de las ideas de 0Michel Foucault, estas se convierten en elementos de poder.  Zygmut Bauman en el libro La cultura en el mundo de la modernidad líquida revisa los conceptos de “cultura” y cómo este mismo, benefició a diferentes grupos y clases sociales, a través de la historia, al tiempo que legitimaban las condiciones que deberían tener “alguien” con cultura, que se insertaba en el progreso. 

 

Marco Aimé, propone entonces que no se puede hablar de “Cultura” sino de “culturas que cohabitan en un mismo espacio y en un mismo momento. En la modernidad líquida, propuesta por Bauman, los conceptos de “cultura” dependerán de los intereses políticos, económicos, sociales… del grupo, de las personas o teóricos que revisen el concepto de “Cultura.

 

Por su parte Stuar Hall, nos habla de la dificultad para definir la “identidad” y cómo, complementando el concepto de “cultura” que desarrolla Bauman, no se puede considerar la “identidad” como algo estático, sino que existe la “diversidad de identidades” no solo en un individuo, sino también en una cultura.        

 

Estas ideas nos hacen replantear la concepción de “Poesía mexicana”, como un aglomerado de “identidades” y “culturas” que han coincidido en un espacio y tiempo determinado. Se debe contemplar diferentes plataformas que han existido dentro de este desarrollo histórico, la producción tradicional de revistas, la producción al margen de lo institucional, la aparición del Internet y todos los derivados de estos fenómenos. Establecer criterios de selección, y hacer el registro de voces poéticas resulta más complejo. Lo histórico también es fugaz. Entonces ¿Cómo puede concebirse la realización de una antología de poesía mexicana? ¿Qué referentes y qué contextos deben considerarse para la concepción de una poesía mexicana? ¿Qué referentes culturales e identidades deben considerarse?

 

Cuando se establecen criterios de selección para una revisión histórica de la producción de un país, los referentes no son estáticos. La identidad no puede permanecer, como una serie de características y referentes estáticos aunque estos referentes hayan permanecido intacto a través del desarrollo histórico. La necesidad de lo “mexicano”, no ha sido la misma, desde el nacimiento y desarrollo de las grandes ciudades.

El problema demográfico en México, en las décadas posteriores a la Revolución,  obligó a plantearse lo mexicano, frente la entrada de los referentes culturales extranjeros. Surgió como propuesta el rescate de elementos culturales propios del campo post-revolucionario. Elementos que están visibles en el muralismo y en lo que se conoce como “La época del cine dorado mexicano”, sin embargo, no es  la misma la necesidad de establecer lo “mexicano”  en una era global, donde su configuración ya nos permite cuestionarnos cuál es el papel del mexicano en el extranjero, en donde lo mexicano logra despojarse de sus prejuicios y sus complejos.

 

Consideremos ahora el corte transversal, el estudio sincrónico. La poesía en un momento específico, para hacer el registro actual de las voces que coinciden en este momento o. Una antología que sirva para registrar las voces coincidentes en región delimitada y con criterios de selección y objetivos muy específicos. Los resultados mostrados no quedarán exentos de polémicas válidas y necesarias, que ayudarían a comprender los problemas reales que se esconden a través de la producción de los poemas.

 

Aunque se establezca la transversalidad, se delimite el tiempo y lo “Mexicano” la identidad, y los referentes culturales tampoco son estáticos. Pretender mostrar una identidad desde lo poético resulta un trabajo incierto: delimitar criterios de selección para recolectar poemas de autores nacidos en el país, de autores nacidos en otros países que han hecho producción literaria en el país, o de autores en lenguas indígenas, no siempre lograr en su totalidad una identidad que puede llegar a ser intangible, fugaz e inaprensible.

 

Reconocer que no existe una sola “identidad”, ni una sola “cultura”  nos permite reconocernos ante los otros, con características propias y concordantes con los demás, y al mismo tiempo dinámicas, que nos diferencian de los demás. La identidad nos sitúa dentro de grupos sociales, y nos hace conscientes de los otros. En la identidad reconocemos códigos, lenguajes, cosmovisiones, sentidos y significados propio de grupos sociales o regiones. Que aunque son parte de transformaciones históricas nos definen, y al mismo tiempo nos muestra su naturaleza no estática.

La construcción de estos elementos culturales, nos revela que lo mexicano no es posible de asir, en su totalidad, no se pueden definir, podemos encontrar características que han cambiado con el paso del tiempo. El estudio de estas características, el estudio y revisión de la producción literaria, a través del tiempo, muestra también que las concepciones de lo “mexicano” y de la “poesía mexicana” tampoco ha sido la misma. La revisión ha permitido encontrar puntos que no habían sido tomados en cuenta, si partimos de la idea de la configuración “de lo Mexicano” a partir de reconocer la diversidad de identidades, lo que nos llevaría a englobar lo “mexicano” en una “identidad dinámica”, donde los referentes no pueden permanecer estáticos, es necesario plantear la necesidad de revisar bajo lupa, los panoramas regionales. Las muestras de poesía regional permiten encontrar recovecos que no son considerados dentro del panorama nacional, y en esos recovecos se inserta la variedad poética. Las posibles ramificaciones y trayectorias en que se desprenden nuevas posibilidades de lectura y reconfiguración de los panoramas nacionales.

 

En busca de un panorama regional 

 

Las antologías mexicanas muestran un panorama general, a partir de los registros poéticos que existen en los diversos estados. La necesidad de mostrar una identidad nacional a partir de la poesía, aunque no se pueda definir lo “mexicano”  Las voces que se consideran para los registros suelen ser aquellas que tienen mayor trascendencia y relevancia, forman parte de una configuración nacional, ya sea porque han sido favorecidos con una beca federal o estatal, porque han sido acreedores de algún premio, han sido publicados en alguna editorial institución oficial, ya sea gubernamental o universitaria. Y en la mayoría de los casos, no se puede negar la trayectoria y respaldo que los poetas seleccionados suelen tener.

 

Toda antología es un debate sobre lo que se debería y no debería mostrar como registro e identidad nacional. En Poesía en Movimiento Octavio Paz hace una revisión histórica de la poesía escrita 1966, y sitúa la poesía joven de la época en José Emilio Pacheco, Homero Aridjis, Juan Bañuelos, Oscar Oliva entre otros. La aparición de esta antología inspiró el trabajo de Asamblea de Poetas Jóvenes por Gabriel Zaid, y en ella destaca un fenómeno importante, la masificación del ejercicio poético, y la gran cantidad de poetas jóvenes que estaban emergiendo y consolidándose en la década de los setenta.

 En este vaivén por registrar y mostrar una identidad nacional poética, escapan de la vista recovecos. La identidad es un concepto que no se puede definir. Y como fenómeno también es imposible configurar. Ni siquiera los hechos históricos permanecen estáticos. La historia, es la interpretación de los sucesos, a partir de quien lo cuenta y por lo tanto, solo es una pieza de un rompecabezas muy grande, imposible de concebir en su totalidad. Este fenómeno hace que los referentes nacionales e históricos, dentro de la configuración de una poesía nacional también cambien, las nuevas generaciones se dedican a buscar, rescatar, encontrar hallazgos que cambian por completo el panorama histórico, y se revisan poetas que no estaban considerados, o no se consideraba su importancia dentro del panorama nacional en su época, y ha sido la lectura lo que ha hecho posible una revaloración y revitalización de su poesía. Aquí tenemos los casos de Carlos Gutiérrez Cruz, Max Rojas, Oscar Martínez Ocaranza, Juan Martínez, Enrique González Rojo Arthur, Abigael Bojórquez, Mario Santiago Papasquiaro.

 

Si en los registros históricos no son estáticos, los registros nacionales tampoco lo son. En las revisiones sincrónicas y diacrónicas de la poesía deben considerarse y no subestimarse los recovecos. En el registro del panorama nacional, la revisión de las posibles voces siempre estará mediada por quien o quienes la hacen, siempre desde su concepción, desde sus afinidades, estéticas, y sus valoraciones. Es en los recovecos, en aquellas lecturas que se dejan desde fuera, en los que se puede encontrar riqueza y diversidad. Es por eso, que la revisión de un panorama nacional, debería realizarse desde la concepción de los panoramas regionales. En un corte transversal, en los registros que se dejan fuera, o que simplemente no son contemplados se puede encontrar la pluralidad que si es una característica de la poesía nacional.

 

En la revisión de las antologías, Manantial Latente de Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo Varela, Antología general de la Poesía Mexicana de Juan Domingo Argüelles, Connecting Lines New Poétry From México de Hernán Lara Zavala, o México 20, La nouvelle poésie mexicaine, de Jorge Esquinca, Myriam Moscona y Tedi López Mills por citar unos ejemplos, figuran los nombres, de poetas nacidos en Guadalajara después de 1965 (y solo por poner un año de referencia) de Luis Vicente de Aguinaga, Mónica Nepote, León Plascencia Ñol, Ángel Ortuño, Víctor Ortiz Partida. Nadie y absolutamente nadie cuestionaría la importancia y relevancia de los poetas nombrados en el panorama nacional, su trabajo, su dedicación no estarían en tela de juicio. Pero ¿Qué otras voces, que están dentro de estos recovecos, pueden ser consideradas? Comencemos primero por configurar un panorama general de la poesía en Jalisco.

 

Panorama de la poesía en Jalisco.

 

En 1980 Gabriel Zaid publica Asamblea de poetas jóvenes, y da un registro de 164 poetas nacidos en México entre 1950 y 1962. Y en esta antología se reconocen, como parte de una generación joven, poetas que en Jalisco tendrán un desarrollo importante como lo son los casos de Raúl Bañuelos, Ricardo Castillo o Ricardo Yáñez.  En esta generación de poetas jóvenes aparece el primer taller literario en Jalisco, Protoestésis a los que pertenecen, entre otros, Ricardo Yáñez, Jorge Souza, o Carlos Prospero, y su lugar de reunión era la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara. Todos los que pertenecían a este taller, eran jóvenes estudiantes.

 

Elías Nandino, llega a Guadalajara unos años más tarde a dirigir el Departamento de las Bellas Artes de Jalisco, y retoma el taller e impulsa el trabajo de los jóvenes escritores a principio de la década de los ochenta, como Jorge Esquinca o Luis Alberto Navarro. Esta generación también es cobijada por los escritores Arturo Rivas Sainz, Adalberto Navarro Sánchez y Ernesto Flores. Quienes son los referentes de la poesía en Jalisco, y son apoyados con talleres, con publicaciones, con lecturas, en las clases de la antigua Facultad de filosofía y letras de la Universidad de Guadalajara. Aparecen publicaciones que son ya un referente, tanto en el Estado, como a nivel nacional, como lo son los libros Pobrecito Señor X de Ricardo Castillo, El cantar del Forastero de Raúl Bañuelos, o Ni lo que digo de Ricardo Yáñez.

 

En 1989 Raúl Bañuelos, Dante Medina y Raúl Aceves publicaron uno de los trabajos más importantes que se habían hecho para registrar la poesía de escrita hasta ese año, la antología: Poesía reciente de Jalisco. En la que registran los poemas de Ricardo Castillo, Ricardo Yánez, Raúl Ramírez, Erica Diez, Carmen Villoro, Jorge Esquinca, de los propios Raúl Bañuelos, Dante Medina, Raúl Aceves, entre otros. En ella localizaron a 354 poetas, y antologaron 73, sin duda era un referente necesario para la poesía que fue escrita por autores nacidos después de 1945. En la década posterior, algunos escritores ya eran referencia para la formación de las nuevas generaciones y la figura del taller tomó una gran importancia. La  tradición literaria fluía y se recreaba con el taller, que tiene en primer lugar, en Luis Patiño Téllez, profesor de la Universidad de Guadalajara en esa época, y en segundo lugar el grupo de jóvenes de Protoestésis, los primeros referentes del taller literario en Jalisco.    

 

En la década de los noventa; Raúl Bañuelos, Carmen Villoro, Ricardo Yánez, Ricardo Castillo, Roberto Villa, Cesar López Cuadras, Artemio González, Patricia Medina, Paola Alcocer eran algunos de los talleristas que dieron cabida y formación a la siguiente generación de escritores jóvenes. Las bases que se asentaron en los años setenta y ochenta, dieron configuración muy interesante en el panorama de la poesía en Jalisco. Los rasgos característicos del contexto en que emerge esta generación están marcada por el nacimiento de revistas clave para comprender la época, Trashumancia, Juglares y Alarifes, Luvina, El Zahir, La Migala, La voz de la Esfinge. Y de la profesionalización de editoriales que también son un referente como lo son Mantis, LIteralia, Arlequín, o Paraíso perdido. De los noventas debe tomarse en cuenta los trabajo de Ernesto Olvera y su antología del cuento último en Guadalajara, Felipe Ponce, Jorge Orendaín, y Alejandro Zapa con su antología de poesía Tiro al Blanco y López Cuadras con su libro, Muestra literaria reciente de Jalisco.

 

Esta generación está marcada por las explosiones del 22 de Abril en Guadalajara, este hecho histórico marcó un ante y después, en la manera en que se concebía y difundía la poesía. Se solía hacer pintas con poemas en la zona devastada. En el 2002 Jorge Orendáin y Felipe Ponce recopilan diversos textos sobre el tema, en el libro Estela contra el olvido, entre los que se encuentran poemas de Salvador Sotero, Dante Medina, Luis Vicente de Aguinaga, Karla Sandomingo, Mauricio Ramírez, Alejandro Zapa, Raúl Aceves, Raúl Bañuelos, Enoé Eréndira, o Ramiro Lomelí, entre otros.

 

La tradición del taller en los jóvenes escritores nacidos después de 1975 se renovó con, los ahora talleristas, que en la década de los ochenta y noventa habían forjado sus voces poéticas en los talleres literarios, Jorge Orendain, Karla Sandomingo, Godofredo Olivares, Luís Armenta, Ñol Plascencia, Luís Martín Ulloa  entre otros tomaron la estafeta y forjaron las voces jóvenes que ahora figuran en el mapa literario.

 

A partir de esta nueva generaciones, el libro, ya no es el único espacio para la promoción y difusión de la poesía, el performance, la poesía en voz alta, la teatralidad, la oralidad, se convierten en recursos que se fusionarán con la creación poética. Lo mismo se ha una lectura en un espacio institucional, que en un café, que en camión de pasajeros.  Ya no hay una preocupación por construir una poesía canónica, tampoco pertenecer a un grupo institucional, o crear y publicar al margen de una beca, o de una institución. Lo que llevó a la concepción de una poesía marginal, y en ocasiones marginada. Una poesía con un espíritu libre, rabioso y al mismo tiempo, de resistencia, que bajo ninguna circunstancia estuvo peleada con las publicaciones que se hicieron desde la Dirección de Publicaciones del Estado, desde la Universidad, o de las revistas oficiales. El espíritu siempre fue de hermandad, de unión y de fraternidad que se encontraban en una franca camarería con músicos, artistas plásticos, dramaturgos..

 

Entre los libros y autores que se deberían revisar para encontrar los recovecos y esos casos que se escapan de la vista de los estudiosos del panorama nacional y que explicarían este espíritu libre y alterativo se encuentran, entre otros títulos: Qué. Poemas del Axolote, (Arlequín 1998), La mano verde de tu edad, (Digna 2002), ambos libros de Pedro Goche, Polvo y raíz (Editorial Humo 2003) de Enoé Eréndira, Malestar (Arlequín 2004) de Enrique G. Gallegos, Paris 1948 (Digna 2001) y Pez en el cielo (La zonámbula 2010) de Lalo Quimixto Chacala, Moradas llenas de Ostras (Edición de autor, 1995) de Salvador Sotero, Con un cuello de botella roto: San Lalo Blues (La rueda Cartonera 2012) de Sergio Fong, No comas ángeles (Arlequín 1994) y Tragacanto ( Arlquín 2006) de Alejandro Zapa, De allá, al horizonte (Arlequín 2006) de Adriana Leal, La quinta fundación (CECA 2009) de Ramiro Lomelí, de Costa Norte (Centro Universitario de la Costa, 2001)de José Ramos.

 

La influencia se encuentra en la siguiente generación de autores, nacido a finales de los setenta y principios de los ochenta, que también han seguido y han encontrado en la resistencia y la libertad de sus palabras, un camino natural en la configuración de sus trabajos, entre los cuales se encuentran los poemas textiles Suturas y des---costuras (coedición, la Rueda cartonera-el viaje, 2012), Niñas vivas (Cosescribe/Verso textil 2018), de Judith Satín, Junto al árbol de la noche (Uno x uno mis ovarios Editorial Textilera 2013) de Sara Raca, Todo es babel ( Linterna Sorda 2006) de Hugo Plascencia Madrid, En las alas rotas de mariposas (Edición de autor 2005) y Viento versal (Zonámbula 2008), de Angélica Maciel, El Cinematógrafo de Platón (Zonámbula 2018) de Abel Díaz de León Floreano, De jueves a amarillo (Paraíso Perdido 2007) de Abril Medina, por citar algunos ejemplos

 

La poesía y los registros en Jalisco tampoco pueden definirse, tampoco son estáticos. No una definición, no se puede definir la identidad de manera tajante, sobre lo que es y no es la poesía en Jalisco, Podemos recurrir a la historia de la poesía en Jalisco, y revisar los trabajos que existen sobre este tema.

 

En 2004 Raúl Bañuelos, Dante Medina y Jorge Souza, publican para la Secretaría de Cultura del Estado, Poesía viva de Jalisco, en la cual hacen una renovación de poesía en los años 2000. Pedro Valderrama en, El Perímetro de la hoja (2007), hace un rescate de la poesía escrita en Jalisco, a partir de las revistas literarias y de las aportaciones que estas hicieron en su momento. Nombra las figuras de Arturo Rivas Sainz, de Ernesto Flores, de Adalberto Navarro Sánchez entre otros. El mismo Pedro Valderrama publicó en el 2021, En la orilla del tiempo, en este trabajo hace un registro de poetas nacidos entre 1967 y 1979, y que han hecho un trabajo poético en Jalisco. 

 

La maestra Sara Velasco, ha dedicado parte de su trabajo, en realizar muestrarios de los escritores en Jalisco, a través de varias épocas. La Doctora Silvia Quezada, se ha preocupado por difundir el trabajo y dar conocer los nombres de los escritores Jaliscienses, a través de dos libros que han recibido apoyo el Seminario de Cultura Mexicana, como los son Diccionario de escritoras en Guadalajara, que se imprimió por primera vez en 2003, en Literaria Editores, y la cual tuvo la fortuna de revisarse en el 2017 y aumentar el segundo tomo por la editorial Salto Mortal. Y en el 2020 publicó Diccionario de escritores jaliscienses.

 

En el 2014, aparece la antología, El viento y las palabras. Renovación Poética en Jalisco, (Autores de 1980 – 2000).  De los compiladores Jeannete Guerrero, Xóchitl Ramírez y Neri Tello, en un intento por mostrar la renovación poética en el Estado, a partir de los autores nacidos en esos años.  

 

Si nos tomamos en cuenta que ya no se puede hablar de una identidad estática y que la naturaleza cambiante de los registros en el Estado, los autores que aparecieron a lo largo de las décadas anteriores; algunos se instauraron en la ruptura y contracultura, otros prefirieron la búsqueda de nuevas expresiones poéticas en el uso retórica en el lenguaje. Pero a partir de las últimas dos décadas el panorama se ha diversificado. Los medios electrónicos, la poesía en voz alta, los Jams, los box poéticos, los video poemas, la poesía visual, los libros cartoneros, entre tantos y tantos canales en los que se diversificado la poesía, hacen imposible tener un panorama real de lo que es la poesía en Jalisco.


domingo, mayo 15, 2022

Literacidades académicas y vernáculas en el diseño de Estrategias de Aprendizaje.



En las propuestas de educación que parte de modelos socio constructivistas, estas se centran en los aprendizajes que pueden ser construidos por los estudiantes.  Se deja de lado y por completo la imagen de alumno pasivo, que está en la espera de recibir, en manos de un maestro, el conocimiento.  El alumno, en comunidad, gestiona su propio aprendizaje, lo construye y el conocimiento deja de ser estático para convertirse, en una experiencia significativa.

Paulo Freire  proponía una “Pedagogía liberadora”  que partiera de la idea que los educandos comprendieran su realidad social, y se distanciaran de las pedagogías opresoras de los sistemas dominantes, y al hacerlo construyeran una visión emancipadora;  es decir, cuando se logra liberarse de las visiones y sistemas dominantes,  por consecuencia, la misma sociedad consigue cambiar su circunstancia hacia el bien común.

 

Vygostsky, propuso que los aprendizajes se desarrollaban desde la interacción social, y se mediaban a partir del lenguaje.

Nadie nace de la nada, se inserta en la nada. Desde antes de nacer, ya somos seres moldeados por la sociedad y una lengua. La mamá, y los miembros que rodean a la nueva persona, están en constante comunicación, le hablan, le trasmiten sensaciones, que el nuevo ser recibe. Antes de nacer, ya tiene asignado un roles, características, tradiciones, identidad, del grupo social al que pertenecen sus padres.  Y en la medida que crece, el nuevo miembro se apropiará de los signos propios de la cultura que lo acoge.

En términos de Literacidad, las prácticas sociales que están mediadas por la lengua escrita, tendrán un impacto sobre cada uno de los integrantes de esa sociedad, y estas moldearán formas de convivencias, códigos, representaciones del mundo y sus cosmovisiones, la manera de relacionarse con los demás y con las otras culturas y formas de pensamiento.

El conocimiento también es un producto cultural, y en las escuelas se socializa y construye el aprendizaje.  Si partimos de esta premisa, la escuela es un diálogo intercultural y atemporal. Lo que se dijo, se descubrió en otra época, en otra geografía, y con otra cultura, toma sentido. La palabra trae consigo la posibilidad de apropiarse de los códigos escritos, asimilarlos y crear nuevos sentidos.

Si partimos de estas premisas, el aprendizaje puede construirse si se toman en cuenta las literacidades académicas, pero también las literacidades vernáculas. Ya que en ellas se centran los conocimientos, los códigos, las cosmovisiones que una comunidad impregna en el conocimiento, y que es necesario para mediar el aprendizaje.

 

Prácticas letradas, literacidades académicas y literacidades vernáculas.

Antes de entrar a estos dos temas complementarios, e importantes.  Debemos de partir que todo texto es producto de un desarrollo histórico, y que como tal, impregna y breva de la ideología de la época, e incluso forma parte de los códigos, visiones de la cultura que los genera.  Incluso, la interpretación y reflexión final del análisis textual, también estará mediada por la visión de quién la realiza.

Partamos entonces del concepto de prácticas letradas. David Bartón y Mary Halmiton conciben las prácticas sociales, como aquellas que están moldeadas por las instituciones sociales y las relaciones de poder, tienen propósitos sociales y amplios, y estas pueden ser realizadas mediante procesos de aprendizaje informales.

Para los autores  Los eventos letrados, son las  actividades en las cuales la literacidad cumple un papel. Por lo general sucede que hay uno o varios textos escritos que son centrales a una actividad y puede darse una conversación alrededor de este texto. La noción de eventos acentúa la naturaleza «situacional» de la literacidad con respecto a que esta siempre existe en un contexto social”.

En las literaciades académicas, la escuela se suele regirse por prácticas letradas dominantes, desde la forma de atender y revisar y analizar un texto, hasta las conclusiones a las que deben llegar después de análisis. Para los autores las Literacidades vernáculas parten de la visión que construyen, al margen de las prácticas letradas dominantes. En las prácticas vernáculas, da sentido la visión, el sentir, las formas de pensamiento e ideologías que están insertas en una comunidad, en un grupo social. Son visiones que pueden ser transmitidas desde prácticas letradas que no buscan imponer una visión, sino que son el resultado de esa visión colectiva. 

Una canción, un refrán, un leyenda, incluso una receta de cocina forma parte de los textos que pueden insertarse en estas literacidades vernáculas, y que parten de la cosmovisión de la sociedad que los produce.  Un chiste con temática homosexual, por ejemplo, puede mostrar la misoginia y la homofobia del grupo social que lo representa, pero también, un dicho, un refrán, un mito puede mostrar la sabiduría de una comunidad.

Construir un diseño de aprendizaje efectivo debería hacerse desde ambas literacidades, desde una literacidad académica, pero también desde una literacidad vernácula, que cuestione los valores de una sociedad que actúa en el individuo y al mismo la construcción de una estrategia de aprendizaje académica.