La importancia de la bi-culturalidad como vehículo de aprendizaje en las Comunidades Sordas
Todo individuo tiene la necesidad
de comunicar sus ideas. Estas se retroalimentan, se expanden, se legitiman, se
apropian. Esta necesidad genera el
lenguaje; buscamos, como sociedad, formas de trasmitir nuestras ideas, al hacerlo las ideas se plasman, generan
diálogo; el dialogo se perpetua, nos
conecta con nuestro pasado y nuestro porvenir,
lo presencian. Es a partir del
desarrollo de una lengua, que una cultura y una comunidad generan y se instaura
en el diálogo, es en ella, en ese sistema de signos lingüísticos que la
comunidad se instaura en ese diálogo atemporal, donde todos los conocimientos y
aprendizajes adquiridos, a través de las épocas y los momentos históricos, que
una comunidad conversa con otras culturas, de distintas latitudes, visiones,
etc…
Comencemos entonces, por reconocer
que es en la lengua, el medio por el cual, los miembros de una comunidad
tendrán interacción, construyen sentidos y significados a través de las
prácticas sociales en los que la lengua está inmersa. Es a partir de lenguaje, se
aprende a regular las interacciones con los demás, en la medida que esos
sentidos y significados, son asimilados y apropiados por cada uno de los integrantes,
de la comunidad.
Qué pasa con la Comunidad Sorda y su lengua
Antes de entrar en el tema,
establezcamos que, en la configuración de cultura, la lengua juega un papel
activo. A través de ella, se comparten todos los demás rasgos y discursos propios
de una identidad, y que a partir ella, se establecen relaciones con otras
culturas. Bajo este principio podemos comprender, que la Comunidad Sorda, se
configura como tal, así, en mayúsculas y que todos los rasgos culturales que la
componen estarán mediados por la utilización de la Lengua de Señas,
correspondiente a cada país y a cada región.
Establezcamos entonces, que la
Lengua de señas es una lengua como tal, tiene su propia gramática, su propia
sintaxis, no es una lengua oralizada, sino es una lengua-gesto visual, donde
las señas se convierten signos, pero también juega un papel importante una
sintaxis propia, la gesticulación, los movimientos e incluso, la posición
corporal al momento de signar.
Y es que a partir a partir de la
Lengua de Señas, que los Sordos establecen contacto con otros miembros de la
Comunidad, y al mismo tiempo se comunican con miembros de distintas comunidades
oyentes. Si partimos de este esquema,
entonces debemos considerar también, que es la Lengua de Señas de cada región el
primer vehículo de aprendizaje para la Comunidad Sorda.
¿Cómo se garantiza en México una educación de calidad para comunidad
Sorda?
En México desde el siglo XIX
se hace referencia a la importancia de utilizar implantes cocleares y
terapias de lenguaje para combatir una discapacidad en el estudiante, para enseñarles a “escuchar” y “hablar”,
Y como lo señala, Miroslava Cruz Aldrete (2017), a pesar de existir
documentación, investigaciones, que hablan de la importancia de las diferentes
Lenguas de Señas, en el desarrollo del aprendizaje, aun permea la idea de que el estudiante
Sordo, debe “aprender a escuchar” y “hablar” mediante terapias del lenguaje e
implantes, y que con eso, alcanzará los aprendizajes necesarios.
A partir de las teorías
sociocontructivistas, el enfoque sociocultural rescata la Lengua, como el vehículo para el
aprendizaje, por lo que la Lengua de
Señas Mexicana, como la lengua materna de la Comunidad Sorda, es su entrada a
la comprensión del mundo.
En México, es hasta el año 2021 en que se aprueban las reformas
a la Ley General de los Derechos, de Niñas, Niños y Adolescentes, así como la Ley General para la Inclusión de
Personas con Discapacidad. En las que se reconoce a la Comunidad Sorda como un
grupo social, cuyos miembros comparten una identidad cultural propia de los
sordos y el uso de la Lengua de Señas, además establece, que la Secretaría de
Educación Pública proporcionará a los estudiantes con discapacidad auditiva
educación bilingüe en Lengua de Señas.
Sin embargo, no se ha logrado
avanzar en una educación de calidad, y los retrocesos, no solo son visibles,
sino que se acentuaron a partir de la pandemia. De acuerdo con el Tercer
Informe de Labores de la SEP, que registra las actividades del 1 de septiembre
de 2020 al 31 de agosto de 2021, en el que señala que el 8% de los estudiantes
que abandonaron sus estudios, eran alumnos con alguna discapacidad, un
equivalente a 42,215 alumnos.
El tercer informe no explica, ni
muestra la entrega de ningún material educativo destinado a la Comunidad Sorda.
Bárbara Anderson (2022), señala que, de acuerdo con el tercer informe de
Actividades de la SEP, el modelo de
educación a distancia no fue incluyente; de los 10,257 programas emitidos, solo
755 contaron con un intérprete de Lengua de Señas Mexicana.
Este panorama general, nos da una
idea del descuido en que se encuentra la atención educativa de la Comunidad Sorda,
y aunque hay ya un marco legal que obliga al Estado, mediante la Secretaria de
Educación Pública, a llevar una educación bilingüe, esta no se ha concretado en
la práctica, por lo que existen los vacíos en este tema.
¿Puede ser la literacidad la herramienta que puede ayudar en encontrar
una ruta para la alfabetización de la comunidad sorda?
El desarrollo óptimo de los
aprendizajes, puede lograrse de manera satisfactoria, cuando se logra tener un
dominio pleno de la lengua, es decir,
cuando se logra comprender la importancia de la lectura y la escritura en
las prácticas sociales, de un grupo específico. Y es aquí donde la escuela juega un rol
importante. La escuela es un espacio de interacción social y donde se produce
el aprendizaje, pero además también es el espacio dónde se debe
institucionalizar la convivencia de la comunidad Sorda y de las culturas
oyentes para la producción de aprendizajes.
En ese sentido, tanto la escritura
como la lectura tienen un papel importante en el desarrollo de la identidad
cultural de la Comunidad Sorda, y si partimos desde la literacidad, entonces
estamos reconociendo que no se puede leer y escribir desde el código, no es
solamente un desentrañar o decodificar el mensaje, sino que ese mensaje es una
representación, y como representación parte de un contexto social e histórico,
se alinea o se inserta en ideologías,
que esas representaciones no son aisladas, y definen prácticas y convivencias
entre los diversos grupos sociales o comunidades, entre los que interactúan los
textos.
Dentro de mi práctica docente he
trabajado ya desde hace siete años con la comunidad Sorda, dentro de la
preparatoria 7 de la Universidad de Guadalajara. Los aspirantes, de esta
comunidad, que se inscriben para llevar un bachillerato general por
competencias, lo hacen con un rezago educativo muy importante, sus capacidades en lecto-escritura, no son
las mínimas, en ocasiones, ni siquiera dentro de una alfabetización funcional y
no hay, o por lo menos, desde el Tercer Informe de actividades de la SEP, datos
que verifiquen los logros alcanzados , desde una alfabetización funcional, del
dominio, por lo menos, de la Lengua de Señas Mexicana, si parte de la idea que es la Lengua Materna de
la Comunidad Sorda. Y esto plantea un problema serio: Hay documentos oficiales
y legislación que reconocen la Lengua de Señas Mexicana dentro de la diversidad
lingüística y que proponen la existencia de una educación bilingüe, pero ¿Tenemos escuelas estandarizadas funcionales, públicas y oficiales, que partan de un modelo
bilingüe e intercultural para el aprendizaje de la comunidad Sorda?
En las escuelas que trabajan este
modelo bilingüe, suelen trabajar con intérpretes en lengua de señas, y las
clases se imparten tanto en español como en lengua de señas, sin embargo los
enfoques bilingües no deben reducirse a esta situación, el desarrollo de una
lengua ya sugiere, el desarrollo de una identidad cultural del grupo social que
es usuaria de esa lengua, y cuando intervienen más de una lengua, entonces
hablamos de una interculturalidad, que va estar manifiesta en la escuela, y esa
realidad está construida por vidas humanas, con distintos códigos, afinidades,
aspiraciones…
Gee, Hull y Lankshear proponen “En una
perspectiva sociocultural, el foco del aprendizaje y la educación no son los niños,
ni las escuelas, sino las vidas humanas vistas como trayectorias a través de
múltiples prácticas sociales dentro de varias instituciones sociales.”
Si lo pensamos desde esta cita, el
enfoque bicultural permitiría concebir el aprendizaje desde dos culturas que
conviven, que se impregnan una de la otra, que comparten sus códigos, sus
identidades. Tanto maestros y alumnos se
asumen en esta condición, el profesor como la institución necesitan
replantearse su papel y su función en el desarrollo de las lenguas que están
conviviendo, en el desarrollo las prácticas sociales que giran en torno en
ambas lenguas, de los alcances que deben tener los estudiantes en sus
aprendizajes.
La Lengua de Señas ya no debe
concebirse, sólo como la lengua a interpretar. Sino como una Lengua que debe
ser adquirida, por aquellos miembros de la comunidad que no tienen contacto con
ella en sus familias, y es la escuela el espacio de interacción. La Lengua de
Señas debe ser estudiada, y asimilada
por todos los miembros de una comunidad escolar. Debe ser asumida como un
vehículo de identidad cultural y las clases deben ser impartidas desde esta
perspectiva, porque al final de cuentas, todos los que estamos inmersos en una
realidad bicultural, una identidad cultural más, donde todos los referentes y
códigos de esta realidad se encuentran en juego dentro del aprendizaje y
convivencia, por lo que es necesario asumir y comprometerse desde esta realidad
como lo propone Gee: “Todo aprendizaje profundo –es decir, aquel que es activo
y crítico– se encuentra ligado de varias formas inextricables a la identidad
[…] una persona no puede alcanzar el aprendizaje profundo dentro de un dominio
semiótico si carece de la voluntad para comprometerse totalmente con el aprendizaje,
en términos de tiempo, esfuerzo participación activa. Dicho compromiso requiere
que el individuo esté dispuesto a verse a sí mismo en términos de una nueva
identidad, es decir, verse a sí mismo como el tipo de persona que puede
aprender, utilizar y valorar el nuevo dominio semiótico” (Gee 2007: 54,citado
en Moje 2010: 69)
.
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