lunes, septiembre 16, 2013

El secreto (a mis alumnos)



¿Qué buscas cuando lees historias? ¿Qué mundo le corresponde a la narrativa?
Cuando entras al mundo de las historias en blanco sin ningún conocimiento es posible que llegues al asombro. El impacto de las lecturas y sus historias provocan el asombro de un mundo que no te pertenece. Te convierte en “voyerista”. Conforme pasa tus ojos sobre las líneas de un extenso libro te metes en la vida de los otros, en ella existe algo que te atrapa, te revela, te sitúa en la parte universal de las historias, en donde el diálogo con las historias se proyecta al infinito.

Después de la lectura ya no está s en blanco, has experimentado estar inmerso en un mundo. Buscas libros, devóralos. Todas esas historias fueron escritas para que tú las conocieras, para que tú las hagas propias.

Los hombres de las cavernas con su escritura rupestre contaron sus historias porque deseaban tener contacto con las futuras generaciones. Entre las líneas de un joven escritor de la edad clásica se encontraba ya las mismas preocupaciones de los hombres de las cavernas, y entre las líneas de los escritores renacentistas se miraba con asombro, la idea de un posible secreto revelado apenas de un tal Homero. Los jóvenes del romanticismo encontraron entre sus palabras los discursos de la edad media, el honor y el sentimiento se encapsulaba en frases reveladoras. Durante el siglo XIX la literatura se diversificó y las historias marcaron un punto de fuga para una diversidad de destinos.

Cada historia contada desde las cavernas hasta el último libro leído, fueron escritas porque se sabía que nacerías tú. Cada uno produjo un eslabón para dialogarse entre líneas. Cada historia definió la voz que la precedió. Edgar Allan Poe, contribuyó a definir la voz de Baudelaire, La voz de William Faulkner contribuyó para definir la voz de Juan Rulfo, y Rulfo posiblemente abonó a la voz de García Márquez. La voz entonces se esconde entre las líneas. La voz entonces es la suma de todas las voces que se anteceden y preceden.

El hombre de las cavernas con su pintura rupestre lanzó líneas para que viajaran a través de las líneas de otros. Para articular el diálogo. Para llegar hasta ti, que nuevamente tuvieran la posibilidad de viajar a encontrarse con otra voz. De ser esto cierto, entonces, la suma de los libros que has leído y que debes leer no ha sido una coincidencia. Han sido escritos porque se sabía que ibas a nacer, que tú los leerías y los proyectarías al futuro a tu futuro, para hacer presente el pasado y el futuro, para hacer de todas las historias y todos los tiempos un solo tiempo y una historia universal. Las lecturas fueron escritas para que tú seas puente hacia las generaciones que vendrán. Toda lectura lleva consigo la historia, lleva consigo las voces. El diálogo no se termina contigo, sino que continúa contigo. La historia entonces es la misma historia contada desde los principios de la humanidad. La voz es sagrada porque no te pertenece sino que le pertenece a todos. He aquí el reto de todo aprendiz de escritor: descubrir entre las líneas de los libros los mensajes escritos para que continúe el diálogo hacia el infinito.