viernes, agosto 26, 2022

El barrio y la bohemia como el disparador del trabajo de Juan Antonio Cervantes

 

El barrio y la bohemia como el disparador del trabajo de Juan Antonio Cervantes 

La poesía de una región está dotada de ejemplos de autores que alcanzan una relevancia nacional, en cualquier parte encontramos autores premiados, becados, pertenecientes al sistema nacional de creadores, y un largo etcétera. Sin embargo, al margen de los discursos dominantes, existen poetas que han hecho de la marginalidad una trayectoria interesante y que difícilmente encontramos en los anales y publicaciones, de los discursos oficiales. La existencia y el trabajo de estos poetas nos permiten encontrar nuevas y frescas visiones que nos revela propuestas interesantes y válidas al margen de los discursos hegemónicos que se reproducen desde las secretarias de cultura o de las universidades.

 

Existen a lo largo y ancho del país, una infinidad de talleres, lecturas, encuentros, festivales, slams, presentaciones que dan registro y testimonio que la poesía, no siempre está encapsulada en las páginas de libros y revistas, sino que en la lectura en voz alta, performance, o proyectos alternos a la página en blanco; encuentran un canal de difusión, que ha potencializado con el uso de las redes, los video-poemas, los postcads, las trasmisiones en vivo y tik toks. La pandemia nos mostró que los canales se adecuan al momento histórico y las circunstancias de un contexto determinado.

Cuando era joven me maravillaron los performance de Adriana Leal, de Judith Satán, de Sara Raca, los slams de poesía de Diego Villaseñor y Cecilia Magaña, los box poéticos que organizaba Mauricio Ramírez, y que anteriormente había organizado Raúl Ramírez, incluso presencié, de manera involuntaria pero con mucha fortuna, recitales de Lalo Quimixto en los camiones urbanos en la ciudad.

En aquella época era parte de una nueva camada de jóvenes poetas que nos tocó comenzar con el nuevo milenio. Y en aquella época aun teníamos reminiscencias de lo que fue el movimiento poético y cultura que se había manifestado en la década del noventa. Nosotros también había decidido levantar la mano para expresar nuestras visiones, inquietudes, y en un afán de unirnos al trabajo poético que hacían los poetas en Jalisco, nos propusimos organizar lecturas, en el café Epicúreos, en los que convivirían autores emergentes, con voces ya conformadas y poetas con trayectoria. Nuestro afán era aprender de todos. Buscábamos el aprendizaje y al mismo tiempo levantar la mano para mostrarle al mundo que existíamos.

De aquellas tertulias y lecturas de café, conformaron el contexto donde surgió la figura de Juan Antonio Cervantes.

La ciudad, la bohemía y el artista son una triada difícil de romper, por lo menos aquí en Guadalajara. Las viejas cantinas, los antiguos cafés tienen en su memoria las extensas y variadas charlas, lecturas y tertulias que han protagonizado un sinfín de escritores, creadores, artistas e intelectuales en Jalisco. Y muchos de ellos han sido testigos del sentido que recobra “La cultura en la ciudad”. Son los espacios que al margen de las Academias y de los recintos oficiales dedicados a la cultura, le dan sentido a la actividad cultural. Es en esta premisa que el trabajo de Juan Antonio Cervantes tiene importancia y relevancia, como una de esas voces que escapan de los discursos hegemónicos, en los que se recrea y configura la identidad poética afines a las instituciones oficiales y la academia.

Su desarrollo no se ha limitado a las publicaciones en revistas, ni le ha correspondido participar en el trabajo editorial del estado. Su producción impresa es muy escasa, le corresponde poemas sueltos de mano en mano, apariciones en revistas, menciones en algunas antologías y una plaquette, que en alguna ocasión publicó en el viaje. Sin embargo su vigencia y el interés ha estado ligado a los poemas que ha compartido a través de múltiples lecturas, participaciones en charlas, encuentros en bares, cafés, centros culturales de esta ciudad.

II

En los años setenta, a pesar que el horizonte vislumbraba una ciudad en progreso, los barrios aun conservaban un aire pueblerino y conservador. Es en el último día del año 1973 que llega al mundo Juan Antonio, en el barrio del Santuario y como él lo dice, en Poesía viva de Jalisco;  en el colegio le enseñaron a sumar y a rezar en voz alta, pero también que existe una buena vida de pecado.

Los años setenta el Santuario vive entre la devoción de los fieles a la virgen de Guadalupe, y las ideologías marxistas, que también ya se habían impregnado en las colonias San Andrés y el Fresno, años en los que se manifestaría el movimiento social de la Liga 23 de septiembre y los terribles años de la FEG y su impunidad.

Ese es el contexto en el que nace y crece Juan Antonio, en el seno de una familia de clase baja, cuyo sustento principal es una botica y que va impregnar la conciencia de clase que está manifiesto en sus poemas, pero su intención no es el discurso de la lucha de clase, sino que muestra y sublima al personaje en su diario acontecer en al barrio, y que vive en una violencia  y exclusión sistemáticas que ya no asombran, porque han sido asimilados bastante bien, que forman parte de la cotidianeidad.

Y si esa realidad ya no asombra, entonces en los detalles, en la mirada con lupa de los pequeños momentos, se revela la belleza en la podredumbre humana. Y es allí donde, en lo cotidiano de las familias del barrio donde su poesía se convierte en un respiro, y un asomo que nos revela que todos estamos vivos.

A este camión nos subimos los subordinados

Los que nos peinamos cada mañana ante el espejo irrepetible

Los que creemos en el tiempo como una hacha en las manos del verdugo

Los que elegimos, como un pétalo de angustia: una casa,

Una mujer, un hijo; el cuerpo avejentado 

De una cuenta impaga.

 

A este camión nos subimos los subordinados

Los que creemos cada quincena

En la total  puntualidad de los violines,

Los que creemos, forzosamente,

En  el desamor de algunas fábricas, de algunos bancos,

De algunas oficinas puramente tristes;  los que creemos

En el alocado  desamor de un sueldo mínimo

      

La existencia de los otros nos define y nos moldea, cada personaje del barrio, de la familia no solo son importantes, sino que son extensiones de nuestra propia identidad. Es por eso que a los cercanos se le eterniza y con logra con ellos transcender el tiempo para evitar, que el polvo, en el que se convierte el cuerpo después de transformar la vida, logre borrar la memoria colectiva y familiar, lo que se renombra finca la memoria y la apresa para darle sentido.

 

La vida es dura,  la vida es frágil, la vida es una lima verde.

Que nombre dijeron?

Dijeron dolor pesar  con apellido de quien, con aire de dónde?

Con rapidez del corazón, con lentitud del corazón

Ándate con cuidado corazón que te me caes

Agárrate fuerte de mi aire, de nuestro aire,

Del aire espeso de mayo del duro y flexible

Abanico de los días. Agárrate noche

A la mano de otro día y a la mano de otra tarde

 

  Este es su trotar por la ciudad, transitar por las calles de la infancia, donde el barrio nos une, y al hacerlo, convierte el espacio en un barrio universal, estas calles son las mismas en otras ciudades, otras latitudes, y por eso nos identificamos.

 

A esta calle la quiero, con toda mi niñez

Y con todas las tardes de sus juegos.

Ya  a esta edad, en que los viejos muros han caído

Dejando solo al sol en el espacio de sus puertas.

La quiero  por haberme enamorado

Y por haberme dejado enamorar

Bajo los balcones de su falda

Donde siempre el arco de su leve luz

Iluminaba el beso húmedo y callado.

 

La poesía de Juan Antonio Cervantes retoma la tradición latinoamericana de Pablo de Rokha, de Eugenio Montejo, de César Vallejo para crear sus contracantos y dialogar.

 

III


Muestra de poesía inédita de Juan Antonio Cervantes.

A este camión

 

A este camión nos subimos los subordinados

Los que nos peinamos cada mañana ante el espejo irrepetible

Los que creemos en el tiempo como una hacha en las manos del verdugo

Los que elegimos, como un pétalo de angustia: una casa,

Una mujer, un hijo; el cuerpo avejentado 

De una cuenta impaga.

 

A este camión nos subimos los subordinados

Los que creemos cada quincena

En la total  puntualidad de los violines,

Los que creemos, forzosamente,

En  el desamor de algunas fábricas, de algunos bancos,

De algunas oficinas puramente tristes;  los que creemos

En el alocado  desamor de un sueldo mínimo,

Y en su tibio y  loco abrazo,   -con el que lejana,  y estrechamente,                                  

Venimos amasando a nuestro amor -

 

A este camión nos subimos los subordinados.

Los que miramos a través del vidrio turbio y en silencio

La clandestina claridad con que  se rompe el dique vivo de las lágrimas

Los que constatamos, con un ansia, ese halo de vaho tibio sobre el vidrio,  

Que condensa y disipa todo el ardor  de las posibilidades;

Todo el ardor que nos pega en el rostro  como un alma

Y que solo podemos reconocer posiblemente

Como el brillo oscuro de una lagrima

A este camión nos subimos los subordinados

Y que indescriptibles de un ánimo

Nos regocijamos con algún perfume rápido de muchacha

Con alguna silueta pasajera

Labrada en la benigna puntualidad de la belleza, labrada

En los  ojos puntales que nos miran desde  el mármol

De  nuestra  repentina soledad

 

A este camión nos subimos los subordinados

Ávidos,  de encontrar el otro rostro

Que nos  mira del otro lado de la calle; ávidos

De encontrar la perseverancia de los lunes

Corriendo hasta la dicha del  domingo

Ávidos de encontrar la misma calle, 

La misma casa, el mismo espejo

Que dejamos

Al partir

***

A esta calle.

 

A esta calle la quiero, con toda mi niñez

Y con todas las tardes de sus juegos.

Ya  a esta edad, en que los viejos muros han caído

Dejando solo al sol en el espacio de sus puertas.

La quiero  por haberme enamorado

Y por haberme dejado enamorar

Bajo los balcones de su falda

Donde siempre el arco de su leve luz

Iluminaba el beso húmedo y callado.

La quiero. Toda traqueteada la quiero.

Toda tartamuda. Toda adornada

De viejos lazos de procesión y de viejos sentados

A la orilla de su puerta. La quiero con sus muertos,

Con sus gritos, con sus silencios, con el murmullo

De donde  han florecido los más bellos fantasmas.

La quiero llovida,  soleada  o astillada por el alba

La quiero fiera;  La quiero azulada por la luna 

Aunque sus muros luzcan como una triste mujer

En espera  de nadie desde todas las ventanas.

La quiero, a esta calle la quiero, ya a esta edad,

En que los viejos  muros han caído

Dejando solo al sol en el espacio de sus puertas.

 

***

 

La alegría de los mercados

 

En el mercado amanece fresca la alegría  entre  las escamochas y los mangos,

Entre las manzanas, las piñas, entre el verde tumulto de los limones.

 

Amanece entre rebozos  y  mandiles limpios y oxidados 

que salpican sus  de gotitas  de sangre o de ternura ,

 afilada entre los cuchillos y las sierras

que traspasan limpiamente el espinazo.

 

En el mercado  -muy temprano-

se sopla  al humo de una taza de café,

a la benigna cuchara  de un plato de menudo, 

 

Mientras  insomne,  se sopesan las realidades  y los sueños,

 y  el día,  no es más que un viejo cucharon  que nos despacha 

sus cien gramos de poesía,   sus tres cuartos de kilo de esperanza .

 

 La alegría  del mercado está siempre  fresca de tilapias y de pargos,

de   jitomates encendidos  y de cebollas  que lloran su  alegría

solar y blanca,  perfumando a las fondas y a los tacos 

siempre solidarios

 

Mientras las rojas rebanadas de sandía  te sonríen desde el cliché

y  la hierba buena  y el cilantro,  hacen que te acuerdes 

de verdes y frescos  manojos de muchachas;  Al paso,

 

las cabezas de los puercos y de las  vacas 

te miran fijamente recordándote el futuro,

 

Mientras se colorea entre cubetas la  paciencia tierna de las flores,

Y un niño llora y  una ruidosa  abeja sobrevuela

 

 

***

Amorosa  azul

 

La mujer policía besa, arresta,

Deja a tiempo 01 la cocina,

4-7 la cama y todo eso

Mientras gendarmiza  los cabellos

Las camisas,  y remienda

Los pantalones rotos;  ahí con las manos

 Sobre la pared compañero

3-1 sin moverse

Y los platos

Y las uñas

Revisión de rutina

Al revés el talle espejo

La perfecta dimensión del traste

Lucidez redondez

Al alto brillo la pistola

La macana

La mañana mañanera

Que felicidad, la macana,

La sonrisa, la justicia,

La patrulla,  El talle 7-5 Robustez,

 8-6 morenaza, rubidia rosa,

Mi teniente,  mi incidente por sospecha 

Con este poema tras las rejas

 

***

 

Mujer, yo soy Juan y te amo:

Sufro de los más fieros huracanes

Pero esta tarde  como un niño  asustado

Déjame bailar bajo tu falda

 

***

 

Yuridia

 

No Yuridia.

No me deberías de haber besado a los nueve años.

No me deberías de haber dicho que tu boca

guardaba una dulce salamandra

para caminar sobre mi cuerpo.   

 

Aun te sueño.

 

Hoy es noche que todavía no termino

de descifrar el misterio de tu vientre.

Hoy es noche que todavía me sigue atardeciendo

con su lejano silencio y con tus manos.

 

Dime, era yo tu hijo Yuridia?.

 

Era necesario que me arrullaras en tu pecho

como a un niño herido por tus ojos,

y que me dieras del tembloroso filo de tu voz,

para no caerme de tu carne?

 

Aun te sueño Yuridia.

 

 

Como la estampida de caballos lentos

en el fondo de mi espalda

Como la dulce quimera

que me alumbra a media tarde,

entre la humedad de sus piernas.

 

***

 

Necesito una mujer

 

que sea idéntica a la mía. 

Que tenga absolutamente todo

 lo que tiene mi mujer

y que le sobre todo

 lo que a mi mujer le sobra

por ejemplo:  Los ojos.

La necesito con su exacta voz 

fónica y raspada

para que diga igual mi nombre

con todos sus  chingados,

con todos sus  puntos y sus comas,

como cuando dice :  Ven, amor, acuéstate  conmigo.

La necesito con sus manos

con las mismas pecas que cuento yo en su cara

con el mismo lunar que tiene en el pecho 

que es como el eje de un  espiral

que me lleva a todas partes de su cuerpo.

La necesito urgente con su sombra

La necesito urgente aunque esté dormida

La necesito urgente aunque ande de aquí para allá

tratando de averiguar  las propiedades del feng shui

y del pilates

La necesito para platicar y fumar un cigarro

mientras la televisión habla sola

con esa ausencia que no nos pertenece.

La necesito, por si hay mucho sol o por si  llueve

y es necesario retratarnos desnudos a relámpagos

y fingir que de alguna manera les tememos

para no darnos tregua sino  hasta el siguiente día

y hasta el siguiente y para siempre.

La necesito.

Necesito una mujer idéntica a la mía

para que se quede cuando ella no está,

y no se quede tan solo este espacio

que ella habita.

 

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