viernes, mayo 20, 2022

Hacia una identidad cultural de la poesía en Jalisco.

 

La búsqueda de una identidad poética de lo “mexicano” en constante movimiento

 

Recuerdo los concursos de declamación, las historias que me contaban, las canciones que escuchaba en casa, y  siempre encontraba algo que me asombrara. Reconozco que en esas épocas todo es nuevo, y todo sorprende. Cuando escuché por vez primera: 

 

Si tu mueres primero, yo te prometo
Escribiré la historia de nuestro amor 
Con toda el alma llena de sentimiento 
La escribiré con sangre
Con tinta sangre del corazón

 

En la canción Nuestro Juramento de Julio Jaramillo, imaginaba que una pluma atravesaría el corazón del narrador, y escribiría con ella una historia trágica sobre la suerte de su amada. Las grandes tragedias existían porque alguien tenía la capacidad de escribirlas y así llegar a nosotros.

 

Esa era la virtud de la palabra; perpetuar en el instante una historia condenada a repetirse una y otra vez, cada vez que es leída o escuchada, cada vez que es capaz de penetrar el alma y la sique de quien de cualquier receptor. El poderío de las palabras me hacía pensar, que cualquier cosa era capaz de lograrse si se pronunciaban las adecuadas. Y descubrí de niño, mediante los poemas y relatos, que las palabras transformaban y transmutaban. Así que me propuse a leer y escuchar historias, poemas y canciones, hacer un inventario y con ello ellos crear los propios.  Lo que de niño me asombraba, de joven, de adolescente buscaba crearlo. Se llenaban libretas, servilletas, papeles, hojas en blanco con una infinidad de poemas, de dibujos, de garabatos.

 

Los poemas cumplían con una función catártica, y comunicativa. Estaban hechos para el dialogo interno, a veces inconsciente, otra veces, los dirigía hacia personas cercanas, lejanas, que formaban parte de mi cotidianeidad, a lo que aspiraba, era caer en la experiencia personal. Siempre fugaz.   

 

Sin embargo, en la poesía, es necesario retomar los conceptos que Harold Bloom utiliza en el Canon occidental: La universalidad de la obra, y la extrañeza que produce. Una obra que trasciende la prueba del tiempo, se inserta en el dialogo universal, en la que las obras se instauran en un diálogo atemporal, se comunica con otras épocas, con otras culturas, y por ende con otras obras.

 

Un joven que busca hablar de su dolor no llegará a intuir que existe el dolor, que por lo tanto los afectos no le pertenecen. Sino que existe el mundo de lo “Universal” y en Él  lo “literario” se convierte en un diálogo en constante movimiento.

 

“Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este mismo dolor. Si no fuese artista también lo sufriría. Si no fuese hombre ni ser vivo siquiera, también lo sufriría. Si no fuese católico, ateo ni mahometano, también lo sufriría. Hoy sufro desde más abajo. Hoy sufro solamente.” Con estas líneas Vallejo ya nos advierte del “dolor” como una afectación universal, no importa ni las creencias, ni la condición del artista, mucho menos los nombres.

 

El diálogo literario, el diálogo poético entonces es un diálogo universal en el que se perpetúa el instante. Octavio Paz, en el arco y la lira afirma que “El poema traza una raya que separa al instante privilegiado de la corriente temporal: en ese aquí y en ese ahora principia algo” por lo que a la poesía le corresponde la perpetuación de los instantes.

¿Qué es lo que conocemos como poesía?, ¿De qué se habla cuando se habla de poesía?. Quién asume lo poético como forma de vocación, y desde el oficio, entonces necesitará, más que las respuestas, la búsqueda a un sinfín de interrogantes, que tendrá como propósito la definición de lo que pueda conocerse como poesía, y en su afán encontrará también el primer obstáculo: La naturaleza de lo poético no puede definirse, los elementes que hacen posible lo poético no puede definirse, la poesía misma no puede definirse, pueden ponerse puntos de referencia, el lenguaje, el ritmo, los emotivo, lo metafórico, las figuras retóricas, la función comunicativa, sin embargo, en la construcción de lo poético y su definición, lo importante son las búsquedas, las aproximaciones y los puertos a los que se puede llegar, mismos que exigen en el movimiento.  

 

El principio de identidad

 

Cuando en matemática se habla de identidad, suele referirse a las fórmulas matemáticas A = A, B=B y A ≠ B. En términos matemáticos, una “cosa” no puede ser igual a otra “cosa”. Pareciera una abstracción fácil de comprender. El problema surge cuando comenzamos hacer una serie de descripciones físicas de los objetos para poder definirlos. Una manzana por ejemplo, tendrá un volumen, un aroma, un sabor, una consistencia y hasta forma de crujir si es llevada a la boca. La describimos porque  sus primeras cualidades son capaces de ser captadas por los sentidos, y de la misma manera las separamos de las demás frutas u objetos que también somos capaces de concebir desde los sentidos.

¿Qué pasa entonces cuando además de categorizar objetos, también categorizamos ideas?

Harold Bloom, en Canon Occidental, sugiere que lo literario forma el canon, como parte de una sociedad occidental, y esta serie de libros y de escritores han dado una “identidad” que se ha construido a través de las épocas y de los siglos. Ubica las cumbres de la literatura occidental, las estudia y les da su importancia. En la cima sitúa a Whilliam Shakespeare, pero también sitúa en la referencias a Dante Alighieri y a Miguel de Cervantes Saavedra. Su análisis literario es a través del estudio sincrónico, divide lo cronológico en tres fases: Edad Teocrática, Aristocrática y Democrática. Y las obras analizadas, no se insertan en solo en una lengua, están presentes el italiano, el francés, el español y por supuesto el inglés.  Para Bloom, esto constituye parte de la Identidad literaria occidental.

Pero ¿De qué hablamos, cuando hablamos de identidad, y cómo esta está inserta en la poesía de una región o  país?

Tratemos primero de definir lo que es Identidad, Gilberto Giménez (2007) propone que: “La identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un “nosotros” y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos”. Para el antropólogo, la identidad y la cultura están estrechamente ligadas.

Por su parte Juan José Rondón en “Notas sobre identidad, lengua y cultura” (1992): nos dice que “La cultura es un sistema de símbolos que permiten a cada individuo establecer y reconocer su identidad con todo el grupo que participa de ella” 

En ambos autores, la condición de lo cultura y la identidad están estrechamente ligadas, son parte de un mismo universo. La identidad está en aglomerado más amplio que en el que puede revisarse lo cultural. Para poderlo entender será también necesario analizar sus transformaciones históricas.

Maya Lorena Perez Ruíz, en La Identidad como objeto de estudio (1992) propone que “para comprender las transformaciones de la cultura y la identidad de un grupo, debemos introducirnos necesariamente en el análisis de su historia, no para efectuar una  suma o una resta de sus elementos culturales, sino para explicar las condiciones y resultados de esos procesos en los que el grupo ha tenido que ir adecuando sus marcas de identificación, adaptando o integrando nuevos elementos culturales, ampliando o disminuyendo los límites de decarmacion del grupo, y transformando su conciencia social para integrar permanentemente su ser social distintivo que lo diferencia de los otros, y le permite proyectarse hacia el futuro como condición necesaria”

Con estos tres puntos de referencia podemos establecer qué la búsqueda de un canon que establezca una identidad de la poesía mexicana nos llevaría a replantearnos ¿Cuáles son los referentes culturales que nos definen como sociedad? ¿Cuáles han cambiado con el paso del tiempo? Y ¿Cuáles son los que han permanecido a pesar de las transformaciones históricas?

            Geográficamente podemos situar a México, pero la categorización de las cualidades nos exige también replantearnos “lo mexicano también fuera de México”. ¿Un poeta nacido en México, y cuya obra se ha desarrollado fuera del país, sería considerado en una antología de poesía mexicana?¿O un poeta que nació y creció en otro país, que ha desarrollado una producción literaria y con elementos de identidad mexicana, podría ser considerado para la misma antología?

             Harold Bloom, toma como punto de referencia el desarrollo histórico de occidente para establecer el canon, así como también las lenguas que se desarrollaron en este espacio geográfico y en desarrollo histórico.

            Si se busca el canon mexicano, deberíamos además, establecer ¿Cuál es el punto de referencia histórica para definir a México? Si hacemos referencia a la conquista, lo mexicano tiene como punto de partida el choque y al mismo tiempo, la unión de dos culturas: La española conquistadora y la indígena colonizada, sin embargo, revisando también el desarrollo histórico, hubo pueblos en los que el español no pudo colonizar como es el caso de mixes en Oaxaca, o los wirrárikas situados en la sierra Madre Occidental. O que a pesar de la conquista, una gran cantidad de pueblos indígenas lograron conservar y preservar sus usos y costumbres. Y dentro de la conformación de lo “mexicano” también debemos de considerar la existencia de los diferentes grupos étnicos y sociales que configuran lo mexicano.   

 

 

Naturaleza de las antologías mexicanas 

 

Cuando se habla de poesía mexicana, ¿Desde qué perspectiva se habla de lo mexicano? Y más aún, si esta es una constante construcción inacabada y difícil de así. Tratar de definirla es casi imposible, la implementación de criterios de selección para una antología resulta una tarea imposible si consideramos que la literatura también es parte de un proceso histórico, que además se compone de diferentes realidades.

Cada lengua es una realidad, Harold Bloom propone en el Canon Occidental una identidad literaria revisada desde lo histórico, y separa los escritores contemporáneos imprescindibles en tres grupos que corresponden a tres periodos históricos de la historia Universal. La edad Aristocrática, en donde pone al centro a William Shakespeare, junto con Cervantes. La Edad Democrática en la que pone a Emily Dickenson, a Wordsworth  o Whitman entre otros, y la Edad Caótica en la que figura Freud, Neruda, Borges, Pessoa , Wolf.

En la revisión de autores propuestos en este libro, Harold Bloom, nos acerca a la conformación de un canon entendido como una serie de lecturas que de alguna manera nos dan identidad como cultura occidental.

¿Pero qué pasa en México, ya como una región muy delimitada en tiempo y espacio?

México declara su independencia en 1810, con el levantamiento en armas el 16 de septiembre a cargo de Miguel Hidalgo y Costilla. Su lucha se prolonga hasta el 21 de septiembre de 1821 con la entrada del Ejercito Trigarante a la Ciudad de México. Es a partir de entonces que se concibe el país, y que comenzará en los siglos posteriores en la configuración de una identidad nacional.

En México existe el debate sobre cual deberían ser las raíces propias que nos configuran como pueblo.  Para algunos es necesario partir de la época Precolombina,  y de allí escritores como Nezahualcóyotl, o el libro del Popol Vu son parte de la poesía mexicana,  y autores  Sor Juana Inés de la Cruz forma parte de la literatura Novo hispánica,  deberían considerarse. Sin embargo se cuestiona  el origen de lo “mexicano” y se propone su configuración a partir de la mezcla de las culturas indígenas originarias y la española conquistadora. Por lo que escritores Precolombinos y Novo hispánicos quedan como referentes de las raíces, pero lo “mexicano”, ya como una identidad consolidada, está en lo mestizo. 

Y si revisamos lo histórico, tendríamos que tomar en cuenta que el México moderno, ha pasado por las luchas de Independencia, Guerras de Reforma, las guerras de intervención, la República Restaurada, el Porfiriato, La Revolución Mexicana, El México Institucional, y la época contemporánea. Y en cada etapa de su historia la configuración de lo mexicano ha estado de la mano de la necesidad de definir lo mexicano  con ideologías y características diferentes, por lo que la definición de lo “mexicano “resulta imposible de definir.

Cada antología de poesía mexicana tratan de definir esta identidad, y paralelamente aparece una discusión entono a los escritores que presenta. Antología de la Poesía  Mexicana Moderna de Jorge Cuesta y publicada en 1928, estuvo cuestionada por Manuel Maples Arce quien en 1940 publica su visión de la poesía moderna, retomando el mismo nombre de la antología de cuesta.

Octavio Paz en Poesía en Movimiento, propone una revisión histórica de la poesía,  en la que ubica a los poetas jóvenes como un origen y al pasado histórico como un destino. Esta Antología también estuvo envuelta en el cuestionamiento. Gabriel Zaid propone como respuesta a la antología de Paz, Ómnibus de la poesía mexicana y Asamblea de poetas Jóvenes. Juan Domingo Argüelles también propone una nueva revisión de la poesía mexicana partiendo desde lo histórico en dos libros: Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días y Antología general de la poesía mexicana. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días.

Los esfuerzos por definir están allí, sin embargo la poesía mexicana es imposible de asir, los referentes históricos están en constante movimiento, la obra de autores que en su momento fueron ignorados, o poco valorados vuelven a salir a la luz y son nuevamente revaloradas, encontrando escritores que no figuraban en la escena nacional, o que eran relegados. Los nombres de Ramón Martínez Ocaranza, Juan Martínez,  Max Rojas, Carlos Gutiérrez Cruz o Enrique González Rojo vuelven a ser retomado por los escritores jóvenes, y los referentes históricos se desplazan para dar lugar a una nueva revaloración de poéticas y también forman parte de una concepción poética.

Lo “mexicano” es imposible de definir, su construcción histórica también está en formación, los más de 200 que llevamos como país independiente no nos bastan para definirnos, la poesía escrita en estos años, y en las épocas anteriores, nos habla también que hay mucho por descubrir desde los referentes históricos.  Las antologías solo son un acercamiento a esa identidad viva y dinámica. Para mostrar este panorama que conforma una identidad dinámica dentro de la poesía mexicana.

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